Sin duda el auge del reciclaje y de la reutilización son valores encomiables por su aportación a la sostenibilidad . Sin embargo, basta con aplicar el sentido común para detectar que las condiciones no son las mismas para todo tipo de productos y quienes experimentamos el uso de las soluciones auditivas sabemos perfectamente que los audífonos no son productos de consumo, sino dispositivos médicos y por eso tenemos que valorar las ventajas y los inconvenientes de los audífonos de segunda mano.
Lo más importante a la hora de comprar cualquier cosa es tener toda la información. Cuando lo que vamos a comprar es el dispositivo que nos va a volver a conectar al sonido de la vida, entonces, tenemos que valorar cuidadosamente todos los datos. La principal ventaja de comprar audífonos usados es el precio reducido, pero tenemos que ver a qué renunciamos a cambio de una reducción del coste y si vale la pena:
Tus audífonos pueden haberse estropeado o, simplemente, pueden haberse quedado obsoletos. Tal vez, a ti ya no te resultan útiles pero eso no significa que no puedan tener una segunda vida. Entrega tus audífonos viejos en los centros Gaes y los profesionales especializados podrán valorar si pueden ser adaptados para que resuelvan los problemas auditivos de personas en situación de vulnerabilidad o cómo sus componentes de alta tecnología pueden ser reciclados o tratados como residuos de la manera más sostenible posible.
La popularización de algunas plataformas digitales en los últimos años nos han puesto más en contacto con la compra-venta de todo tipo de productos y hacen que hayamos normalizado los intercambios entre particulares incluso dispositivos de carácter sanitario como los audífonos de segunda mano que, en todo caso, siempre tienen que cumplir con algunas garantías legales. En este caso, los audífonos no son un bien de consumo ordinario como todos sabemos perfectamente. Su carácter de dispositivos sanitarios, que permite, por ejemplo, que puedan disfrutar de algunas ayudas, hace que estén sujetos a ciertas normas. Para evitar consecuencias no deseadas, los particulares no deben comercializarlos; eso queda para los profesionales y los centros especializados.