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Pérdida de audición en niños

La pérdida de audición, aunque de forma natural se asocia con el envejecimiento, también puede presentarse en bebés y niños. Y cómo en otras patologías, su detección temprana es clave para minimizarla y corregirla. Por eso es determinante conocer e identificar los signos o indicios que apunten a una pérdida de audición. Y ante la mínima sospecha,  acudir a un especialista para que le realice alguna de las pruebas específicas para los más pequeños. La detección precoz es clave porque la falta de audición en niños, si no se corrige a tiempo, puede impedir la adquisición del lenguaje y dificultar el desarrollo emocional e intelectual del niño.

Los signos que pueden alertar a los padres y familiares sobre pérdida de audición en niños son varios, y todos basados en señales cotidianas:

  • El niño o niña no responde en ocasiones a una interpelación directa.
  • Dice “qué” con demasiada frecuencia.
  • Dirige uno de sus oídos hacia su interlocutor para escuchar.
  • Baja su rendimiento escolar o el profesor se da cuenta de que no escucha ni responde en clase como los demás niños.
  • Comienza a hablar más alto que antes.
  • El niño le mira con intensidad a su interlocutor, como si estuviera concentrado, lo que puede indicar que está pendiente de signos visuales para interpretar el habla.

Si alguno de estos síntomas se repite, es recomendable acudir a un especialista para confirmar si realmente hay pérdida de audición. La forma de tener un diagnóstico es a través de pruebas específicas, que varían según la edad:

  • Cribado neonatal. Esta prueba es de capital importancia atendiendo a que cinco de cada mil niños nacen con algún tipo de problema auditivo. Con la detección precoz en los recién nacidos se puede llegar al diagnóstico de hipoacusia antes de los 6 meses, frente a los 2 años de media en los niños a los que no se les hacen las pruebas al nacer. El citado cribado se realiza entre las 12 y las 48 horas de vida, antes de salir de la maternidad. En cualquier caso, debe ser realizada en el primer mes de vida.
  • De 7 meses a 2 años. Prueba de audiometría de comportamiento sencilla que incluye la utilización de estímulos sonoros portátiles que representan diferentes rangos de frecuencia (por ejemplo, un tambor, un sonajero, una campana, etc.). Esta prueba se utiliza para observar el comportamiento del niño en respuesta a ciertos sonidos.
  • De 2 a 3 años. La audiometría condicionada por juego es una prueba con auriculares utilizada con niños pequeños que sean lo suficientemente maduros para tolerar esta estrategia, la cual proporciona información específica sobre la pérdida de audición. La prueba se convierte en un juego y se le pide al niño que haga algo con un juguete (por ejemplo, tocar el juguete) cada vez que oiga un sonido. Esta prueba requiere la participación activa del niño.
  • Para niños de cualquier edad. La timpanometría es una prueba desarrollada para evaluar cómo se mueve la membrana timpánica del niño con sonidos suaves y la presión del aire. Permite ver los problemas del oído medio (como el líquido detrás del tímpano).

GAES, a través de GAES Junior, ofrece un asesoramiento global y continuo a los niños con problemas de audición y a sus familias. En este sentido, la compañía dispone de numerosos Institutos Auditivos Integrales (IAI), centros especiales en los que profesionales especialmente preparados ofrecen una atención personalizada a los pacientes infantiles basada en la experiencia de miles de casos. Hay centros de este tipo en todas las comunidades autónomas de España.

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