Qué diferencia hay entre hipoacusia y sordera

Cómo ocurre con oír y escuchar, hipoacusia y sordera se suelen utilizar como sinónimos, si bien no significan lo mismo. Si en el caso de oír y escuchar, el matiz distintivo se situaba en la predisposición a percibir los sonidos, la diferencia entre hipoacusia y sordera tiene que ver con el grado de pérdida de audición. En el siguiente post te damos más detalles sobre estos términos alusivos a la pérdida auditiva.

Hay un consenso generalizado entre los especialistas a la hora de definir hipoacusia como pérdida de audición moderada, que es aquella que se sitúa entre los 41 y los 70 decibelios (dB). Este pérdida auditiva dificulta considerablemente mantener una conversación, incluso cuando no hay ruidos de fondo, porque en este umbral se sitúa, de manera habitual, la voz humana. En el caso de la sordera, la pérdida de audición es profunda, por lo que los afectados y afectadas no pueden oír (ni interpretar) sonidos de menos de 100 dB. En la práctica, con la sordera se pierde la audición por completo del habla y las únicas fuentes sonoras que se pueden distinguir son las que emiten un ruido extremadamente elevado.

Un error habitual es pensar que la sordera implica una incapacidad total para oír cualquier sonido. Cuando esto ocurre, el término correcto es anacusia.

Tratamiento de la hipoacusia

Las personas con hipoacusia o pérdida de audición leve o moderada pueden compensar este problema con el uso de audífonos, que les ayudarán a mejorar su capacidad auditiva. Será el especialista el que, según el grado de pérdida auditiva y el estilo de vida del afectado o afectada, recomendará un modelo u otro.

Tratamiento de la sordera

En el caso de que una persona sufra una hipoacusia profunda o sordera, el audífono será insuficiente para poder volver a oír sonidos cotidianos y mantener una conversación. En estos casos, la solución más efectiva suelen ser los implantes cocleares o los implantes osteointegrados. ¿Qué diferencia hay entre ambos implantes? La principal diferencia es que el implante coclear se recomienda para personas que tienen la cóclea con la función limitada o dañada, mientras que el implante osteointegrado se prescribe a personas cuya pérdida de audición es de tipo conductiva o mixta (también neurosensorial) y la cóclea, en este caso, sí que les funciona de forma correcta.

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