La pérdida auditiva congénita puede ser hereditaria o bien motivada por problemas en el embarazo o el parto.
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La pérdida auditiva congénita es aquella que está presente desde el nacimiento de la persona. La causa puede ser genética y, por tanto hereditaria, o bien estar relacionada con una disfunción o malformación durante la gestación o incluso con problemas durante el parto. La incidencia de la sordera congénita en los países desarrollados es de 1-3 niños por cada 1.000 recién nacidos vivos.
Cerca del 50% de las hipoacusias se deben a factores genéticos. Entre las enfermedades hereditarias que afectan al oído destacan:
Hay diferentes situaciones que pueden provocar la pérdida auditiva congénita durante el embarazo o el parto:
La pérdida auditiva congénita se constata a las pocas horas o días después del nacimiento. De hecho, las pruebas y cribados auditivos que se realizan a los bebés tras el parto ya suelen detectar su incapacidad para procesar los sonidos. No obstante, hay casos en los que esta detección puede tardar semanas o incluso meses. No obstante, siempre que se diagnostique antes de que el niño o niña adquiere la capacidad del habla, se tratará de una sordera congénita.
Una vez diagnosticada en el bebé la pérdida auditiva congénita, es clave iniciar el tratamiento lo antes posible. Dependiendo de la causa de la hipoacusia, la solución puede ser quirúrgica o bien audioprotésica (con la opción de audífono o implante coclear, dependiendo de la severidad de la pérdida de audición). Es muy probable que, partir de una edad determinada, en muchos casos se requiera de la intervención de un o una logopeda.
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