La mayor parte de los pequeños ruidos cotidianos pasan desapercibidos. El de teclear en un ordenador, el de la cucharita golpeando la taza al dar vueltas al café, un golpeteo nervioso de unos dedos en una mesa... Sin embargo, para las personas que padecen misofonía, esos sonidos pueden resultar insoportables debido a la "sensibilidad auditiva". Este trastorno hace que ciertos ruidos, incluso los más comunes, sean percibidos como extremadamente molestos o angustiantes.
Un mismo patrón de sonido repetido, aunque se trate de un ruido prácticamente imperceptible, genera la reacción irracional de una persona. Esa persona sufre misofonía, una afección neurológica que se relaciona con la reducción de la tolerancia al ruido, pero que se manifiesta en sonidos repetitivos o en patrones concretos.
La misofonía se caracteriza por una reacción negativa e intolerante a uno o más sonidos, independientemente de si es fuerte o débil o de las características acústicas del propio sonido. El tipo de sonido que desencadena la reacción es específico de cada individuo y puede (aparentemente) desencadenar reacciones injustificadas de ira, ansiedad o incluso pánico.
La misofonía y la ansiedad están conectadas porque los sonidos que desencadenan la misofonía pueden generar respuestas emocionales intensas, como irritación o enojo, que a menudo derivan en ansiedad.
Esta conexión puede crear un ciclo de estrés en el que la persona desarrolla miedo o ansiedad anticipatoria al pensar en exponerse a los sonidos que le molestan, llevando incluso a evitar situaciones sociales o lugares específicos. A largo plazo, esta relación puede afectar significativamente la calidad de vida, aumentando tanto el aislamiento como los niveles generales de ansiedad.
Causas
Síntomas
Tratamiento
Causas
Síntomas
Tratamiento
Para saber si tienes misofonía, es importante observar si experimentas reacciones emocionales intensas, como irritación, enojo, ansiedad o incluso pánico, al escuchar ciertos sonidos cotidianos. Estos sonidos suelen ser específicos, como masticar, respirar, teclear, o golpear con los dedos, y las emociones que generan van más allá de una simple incomodidad. Pasos para identificarla:
Especialistas como audiólogos, psiquiatras, logopedas y psicólogos pueden ser los encargados de identificar la misofonía. Para un diagnóstico correcto de la misofonía, son esenciales:
Los sonidos o ruidos que pueden desencadenar reacciones emocionalmente violentas en las personas que padecen misofonía son muy numerosos y dependen estrictamente de la persona a la que afecta. Por ejemplo, pueden causar misofonía:
Una de las causas más indicadas para la aparición de la misofonía está ligada a un probable trastorno neurológico derivado de la experiencia negativa, ocurrida en la infancia, a un sonido específico. Esta condición clínica se encuentra a menudo en la infancia y se asocia, en algunos casos, con trastornos neurofuncionales y psicofuncionales.
En la actualidad, los paradigmas modernos consideran la misofonía como un estado fisiopatológico potencialmente inducible en cualquier sujeto; una condición idiopática, que puede presentarse con trastornos psiquiátricos asociados, o una manifestación sintomática de un trastorno psiquiátrico subyacente.
La aversión a los ruidos que ocurren al comer es común. Sin embargo, un simple fastidio no implica misofonía. Nuestra educación cultural nos hace intolerantes a estos sonidos.
En casos de misofonía relacionada con los ruidos al comer, la persona puede sentir rabia hacia quienes mastican de manera ruidosa, llegando incluso a reaccionar con disgusto o violencia, ya que la ira se apodera de ella.
Aunque la misofonía puede ser casi patológica, es un trastorno que se puede atenuar o, en algunos casos, curar.
La fobia a los ruidos de la boca es una forma extrema de esta condición, donde los sonidos orales provocan un malestar intenso.
Los tapones para los oídos pueden ayudar en caso de misofonía, siempre y cuando se utilicen de manera inteligente. Reducir el impacto de los sonidos externos puede ser útil para las personas con misofonía. Los tapones permiten a quienes padecen esta condición participar en ciertos contextos sociales, como lugares concurridos o comer junto a otras personas. Sin embargo, es importante no abusar de los tapones para los oídos, ya que los sonidos débiles a menudo pueden ser factores desencadenantes de la misofonía.
Los tapones para los oídos pueden ayudar a las personas con misofonía en determinados contextos sociales, pero no son un método diario para enfrentar la misofonía.
La misofonía no debe confundirse con hiperacusia, una sensibilidad general al ruido versus un sonido que no es particularmente fuerte. Sin embargo, en este caso no se trata de una excesiva sensibilidad a determinados ruidos, sino del nivel de ruido. Las personas con hiperacusia reaccionan con gran sensibilidad al ruido a niveles de volumen que otras personas encuentran completamente normales. Si los ruidos se vuelven dolorosos a un volumen normal, es importante consultar a un otorrinolaringólogo.
No siempre es fácil para los misofónicos hacer que las personas comprendan su problema. Es importante que cualquier persona que sufre de misofonía pueda explicar a los demás que ciertos ruidos cotidianos los molestan sin saberlo por su propia voluntad, ya que la gama de sentimientos varía desde el simple dolor hasta reacciones muy agresivas.
Si eres misofónico, es importante explicarles a los que te rodean:
Es importante hablar de ello abiertamente ya que en el peor de los casos una misofonía puede convertirse en fonofobia. Este miedo real al ruido puede llevar a evitar todas las situaciones que puedan afectar a estos factores psicológicos. Esta fuerte sensibilidad al ruido induciría a los fonófobos a dejar de comer en compañía, solo por dar un ejemplo. Para que la misofonía no se convierta de un trastorno inofensivo en un problema grave, la comunicación es clave.
Dar nombre al rechazo y al enfado hacia ciertos sonidos ayuda y muchos misofónicos se tranquilizan al saber que no son los únicos en el mundo que experimentan este tipo de problemas, una buena comunicación también ayudará a familiares y amigos a vivir más fácilmente con la misofonía de suyos queridos.
La aversión a todos los posibles ruidos que se producen al comer es particularmente común. Sin embargo, una simple molestia con estos ruidos no significa hablar de misofonía. Nuestra impronta cultural nos hacen intolerantes hacia este tipo de sonidos por naturaleza.
Sin embargo, si estamos hablando de una misofonía real ligada a los ruidos de la comida, el misofónico suele sentir un enfado real por las personas que mastican demasiado fuerte, pudiendo incluso llegar a reaccionar de forma disgustada o, en el peor de los casos, violenta, ya que la ira se apodera de la persona misma.
Aunque la misofonía es casi patológica en cierto tipo de sujetos, es un trastorno que se puede mitigar y, en el mejor de los casos, curar.
La relación entre misofonía y altas capacidades no está completamente establecida, pero algunos estudios y observaciones sugieren que podría existir un vínculo. Las personas con altas capacidades suelen tener una mayor sensibilidad sensorial, emocional e intelectual, lo que podría predisponerlas a reaccionar de manera más intensa a estímulos sonoros específicos, característica principal de la misofonía.
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