La experiencia en la India con la Fundación GAES Solidaria en colaboración con la Fundación Vicente Ferrer fue inmejorable. En el momento que me dieron la noticia de que iba a ir a ese proyecto ya se me crearon unas ganas y unas expectativas enormes del viaje de voluntariado, pero una vez que lo vives no es que solo se cumplan con creces esas expectativas, si no que se mejoran y vives cosas que son indescriptibles.

He tenido la suerte de realizar este voluntariado con una compañera excepcional y única como es Carmen de Oviedo. Todo adjetivo que pueda decir de ella se quedaría corto profesionalmente hablando, pero sobre todo se quedarían cortos personalmente. Una compañera a la altura de la experiencia vivida. 

Por lo tanto, en cuanto a lo profesional pude aprender muchas lecciones a tener en cuenta en mi día a día en el gabinete, tanto de programación como de detalles de seguimiento e incluso trato con las personas, y sobre todo niños. 

Pero en lo que más aprendes es, sin lugar a dudas, en lo personal. Anantapur te enseña el valor humano. Te enseña que al final todos somos personas y ansiamos una determinada felicidad y estabilidad, y ellos tienen una manera de valorar la vida con lo poco que tienen. Ellos mismos así son muy felices y contagian esa felicidad y energía a todo el mundo que se cruza con ellos. Esto se multiplica si son niños. Con nada eran felices, y contagiaban su felicidad que es incluso más difícil.

Es una experiencia para repetir, como sea, pero para repetir. Desde que nos hemos ido solo pensamos en volver algún día, y seguro que así será.