Cuando pensamos en el oído, lo primero que nos viene a la mente es la audición. Sin embargo, dentro del oído interno existe un sistema igual de importante que el auditivo: el sistema vestibular, responsable de nuestro equilibrio. En él, dos pequeñas estructuras llamadas utrículo y sáculo desempeñan un papel fundamental. Te compartimos más detalles de ámbas en este artículo.
El utrículo y el sáculo son dos pequeñas estructuras en forma de saco que forman parte del laberinto membranoso, situado dentro del oído interno, en una región conocida como el vestíbulo. Juntos constituyen el sistema otolítico, una parte esencial del sistema vestibular, que es el encargado de regular nuestro sentido del equilibrio y orientación espacial.
Ambas cavidades están llenas de un líquido llamado endolinfa, y en su interior se encuentran células sensoriales especializadas conocidas como células ciliadas. Estas células están cubiertas por una sustancia gelatinosa en la que se incrustan pequeños cristales de carbonato de calcio llamados otolitos. Cuando la cabeza se mueve o cambia de posición, la inercia de estos cristales provoca una ligera presión sobre las células ciliadas, lo que genera señales nerviosas que se envían al cerebro a través del nervio vestibular.
Gracias a este mecanismo, el utrículo y el sáculo permiten al cerebro percibir los movimientos lineales de la cabeza y la posición del cuerpo respecto a la gravedad, ayudándonos a mantener el equilibrio en todo momento y a coordinar nuestros movimientos de forma automática.
El sáculo es la otra estructura del sistema otolítico y se encuentra también en el vestíbulo del oído interno, cerca del utrículo. Tiene una forma más esférica y su función es detectar movimientos lineales verticales, como al subir en un ascensor o saltar. Al igual que el utrículo, el sáculo contiene células sensoriales ciliadas cubiertas por una membrana gelatinosa con otolitos. La estimulación de estas células por el movimiento de los otolitos permite al cerebro registrar los cambios en la posición vertical de la cabeza y responder de manera adecuada para mantener la postura y el equilibrio. El sáculo también tiene una conexión importante con el sentido auditivo, ya que está relacionado con las vías nerviosas que comunican el equilibrio con la audición.
El utrículo es una de las dos estructuras principales del sistema otolítico, localizado en el vestíbulo del oído interno. Tiene forma de saco aplanado y sirve para detectar los movimientos lineales horizontales de la cabeza, como cuando caminamos hacia adelante o giramos la cabeza de un lado a otro. En su interior, contiene células sensoriales cubiertas por una capa gelatinosa con pequeños cristales llamados otolitos. Cuando la cabeza se mueve, estos cristales se desplazan y estimulan las células sensoriales, enviando señales al cerebro a través del nervio vestibular. Gracias al utrículo, el cuerpo puede percibir la orientación en el plano horizontal en todo momento y mantener el equilibrio durante el movimiento.
Tanto el utrículo como el sáculo forman parte del sistema otolítico y son responsables de detectar movimientos lineales:
Estos movimientos son detectados gracias a unos pequeños cristales llamados otolitos, que se encuentran sobre una capa gelatinosa que cubre las células sensoriales. Cuando la cabeza se mueve, los otolitos cambian de posición, estimulando de esta forma las células sensoriales y enviando señales al cerebro para ayudarnos a mantener el equilibrio y la orientación espacial.
Los canales semicirculares son tres conductos curvados llenos de líquido, dispuestos en ángulos perpendiculares entre sí (horizontal, anterior y posterior). Estos canales detectan los movimientos angulares o rotacionales de la cabeza, como cuando giramos sobre nuestro eje o movemos la cabeza hacia arriba o hacia los lados.
En la base de cada canal se encuentra una estructura sensorial llamada ampolla, que contiene las células ciliadas encargadas de captar estos movimientos. Al rotar la cabeza, el líquido en el canal se mueve, lo que dobla los cilios de las células y genera señales nerviosas.
El utrículo, el sáculo y los canales semicirculares no funcionan de forma aislada. Todos envían de forma simultánea información al cerebro sobre la posición y el movimiento de la cabeza, permitiéndonos mantener el equilibrio, enfocar la vista durante el movimiento y coordinar los movimientos del cuerpo. Cuando alguno de estos componentes falla, pueden aparecer síntomas como vértigo, mareo, desorientación o pérdida del equilibrio.
Cuando el utrículo o el sáculo no funcionan correctamente, el cerebro recibe información errónea sobre la posición y el movimiento de la cabeza, apareciendo entonces una serie de trastornos del equilibrio. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
Estos síntomas pueden afectar seriamente la calidad de vida, limitando las actividades cotidianas y generando ansiedad o inseguridad al moverse. Sin embargo, muchos de estos trastornos tienen tratamiento. La rehabilitación vestibular, una forma de fisioterapia especializada, puede ayudar a entrenar el sistema de equilibrio para compensar el déficit generado. En algunos casos, también puede ser necesaria una evaluación médica especializada, que permita diagnosticar la causa exacta y establecer el abordaje más adecuado.
La mácula del utrículo y del sáculo es la zona sensorial especializada donde se detectan los movimientos lineales y la posición de la cabeza en relación con la gravedad. Cada una de estas estructuras contiene su propia mácula.
¿Qué es exactamente la mácula?
La mácula es una pequeña área dentro del utrículo o del sáculo compuesta por:
Cuando movemos la cabeza o cambiamos de posición, las otoconias se desplazan por efecto de la gravedad o la aceleración. Este desplazamiento ejerce una presión sobre los cilios (pelos) de las células sensoriales, generando una señal eléctrica. Esta señal se envía al nervio vestibular y luego al cerebro, que interpreta la información para mantener el equilibrio y la orientación.
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