La pérdida auditiva en el niño.

Aproximadamente 1 de cada 1.000 recién nacidos vivos padece algún tipo de deficiencia auditiva. Además, la incidencia de la hipoacusia neurosensorial continúa aumentando durante la infancia de manera que la padecen 2,7 de cada 1000 niños menores a 5 años y 3,5 de cada 1000 adolescentes.

Gracias al screening neonatal de hipoacusia que se realiza en la mayoría de países desarrollados se ha conseguido disminuir la edad a que se diagnóstica de los 24-30 meses a los 2-3 meses.

La hipoacusia es el desorden neurosensorial o afectación de un sentido humano con mayor prevalencia o frecuencia en los países desarrollados.

Las alteraciones auditivas del recién nacido son de origen genético en más de la mitad de las ocasiones, y se dividen, de acuerdo a su forma de presentación en:
  • aisladas (sin otras alteraciones) en el 70% de los casos  y
  • sindrómicas o asociadas a otras alteraciones o malformaciones en el 30% restante.

La forma más común de hipoacusia hereditaria es la no sindrómica o aislada, de herencia autosómica recesiva, que representa el 80% de los casos.

En este caso ambos padres poseen alguna alteración genética que han transmitido a su hijo aunque ellos pueden no presentar ninguna pérdida auditiva.


Esto es muy importante, ya que debemos pensar que padres oyentes y sin antecedentes pueden transmitir un gen que afecte a su hijo, por lo que debemos valorar el posible origen genético cuando estamos ante un recién nacido sordo que no tiene factores de riesgo de sordera, como la prematuridad, el bajo peso (menos de 1,5 Kg.), la anoxia o falta de oxígeno durante el parto, las infecciones graves neonatales, etc.

El diagnóstico de una posible causa genética nos permitirá un correcto consejo genético a los padres.

Os dejo una imagen con la hélice del ADN, donde se encuentra el mensaje genético.

ADN