Prevenir la sordera del bebé.

Cuando un niño nace con pérdida auditiva decimos que tiene sordera congénita.
Uno de cada 1.000 recién nacidos sufre pérdida auditiva severa, profunda o total. El número de nacidos con pérdidas auditivas menores puede llegar hasta 6 niños de cada mil.
En más de la mitad de los casos el origen de la pérdida de audición es genético, en el resto se produce por alguna enfermedad durante el embarazo o algún problema en el parto.
Actualmente existen programas de cribado neonatal para detectar esta pérdida auditiva desde los primeros meses de vida y poder realizar todas las acciones necesarias para un correcto tratamiento del niño.
Pero lo ideal es comenzar la prevención desde el principio, desde el embarazo, o incluso antes.
En el caso de las pérdidas de origen genético, la prevención pasa por el consejo genético cuando haya antecedentes familiares o sospecha de sorderas genéticas en la familia.
Cuando hablamos de sorderas congénitas no genéticas, es importante la prevención de enfermedades durante el embarazo. Principalmente las enfermedades víricas. Entre ellas, la más frecuente es la infección por citomegalovirus, pero no debemos olvidar la rubeola, el sarampión, la varicela, etc.
También es conveniente evitar sustancias psicoactivas, tabaco, alcohol. Evitar el contacto con animales en condiciones de abandono o callejeros, o poco conocidos.
Extremar la higiene, el lavado de manos frecuente, incluso después del contacto con niños, (pueden ser fuente de infecciones víricas), etc.
También es importante que el bebe nazca en las mejores condiciones higiénicas y de atención por personal debidamente capacitado, en centros sanitarios reconocidos. Es recomendable estar alerta a los signos de alarma en el parto y que el recién nacido sea debidamente atendido en una unidad neonatal para evitar problemas que puedan afectar gravemente a su salud, como falta  de  oxígeno, incompatibilidad  sanguínea,  broncoaspiración,  infección  neonatal  etc.