La sordera por virus.

Son numerosos los virus que sabemos que pueden causar perdida de audición. Y muchos más de los que se sospecha que pueden producirla.
Lo más frecuente es que produzcan hipoacusia neurosensorial, ya sea por lesión del oído interno, del caracol, o del nervio auditivo o las vías centrales auditivas. Pero también, en ocasiones, indirectamente, pueden producir pérdida de transmisión, al facilitar las infecciones bacterianas o por hongos.
No podemos ser exhaustivos aquí y enumerar todos y cada uno de los virus capaces de producir sordera. Pero si nombrar los que pueden ser más frecuentes o graves.
La infección del feto por Citomegalovirus produce la hipoacusia neurosensorial congénita o temprana más frecuente, después de las causas genéticas. Por ello es importante el cribado de infección neonatal en los primeros días de vida para iniciar un tratamiento antiviral, si es necesario.
El virus de la rubeola también puede producir una grave infección congénita que, entre otras alteraciones, puede producir sordera neurosensorial. Por ello es importante la vacunación de la población infantil, y asegurarse de que las mujeres en edad de tener hijos hayan sido vacunadas.
Otros virus capaces de producir pérdida de audición son:
- Los virus del herpes simple, habitualmente por infección congénita.
- El virus varicela-zoster. Este virus produce la varicela y después queda acantonado en las neuronas o células nerviosas. Más adelante puede reactivarse y afectar a un nervio concreto, produciendo el herpes zoster. Cuando afecta al nervio auditivo produce hipoacusia y síntomas vestibulares, que suelen ceder.
- El sarampión, prácticamente erradicado, gracias a las campañas de vacunación.
- El VIH o virus del Sida. Hasta el 50% de los pacientes sufren hipoacusia. Puede ser de conducción por otitis repetidas, o neurosensorial por lesiones del oído interno.
- Otros muchos virus se conoce o se sospecha que pueden producir pérdida de audición.
En el caso del coronavirus, por desgracia tan presente en estos días, aunque hay estudios que hablan de su presencia en el oído medio, todavía no hay evidencias de que produzca pérdida de audición.