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El otoño ya está instalado. Las temperaturas empiezan a bajar y aparecen los primeros resfriados y catarros. Los niños son siempre más vulnerables. Y el problema es que en ocasiones estos catarros acaban derivando en una infección del oído medio u otitis, que suele darse casi siempre en los tres primeros meses de vida de los pequeños.
Los resfriados suelen ser la puerta de entrada principal de las otitis. Según Juan Royo, doctor en otorrinolaringología y especialista de la comunidad auditiva Viviendo el Sonido, “es frecuente que con la llegada del frío, la faringitis, la gripe o un simple catarro vayan acompañados de rinitis e incluso de otitis”.
También las alergias e incluso el exceso de salivación por la dentición de los bebés pueden derivar en otitis. El hecho de que las otitis sean más frecuentes en bebés y niños pequeños se debe a que sus trompas de Eustaquio se obstruyen con más facilidad.
El doctor Royo recuerda que en el caso de los más pequeños, por ejemplo, es muy frecuente la aparición de la llamada otitis media serosa o secretora, que se caracteriza por la acumulación de moco en los oídos. “Aquí sí que hay riesgo de pérdida auditiva, con lo que proteger a los niños del frío para evitar resfriados o catarros es vital”, alerta el doctor Juan Royo.
El principal síntoma de que un niño tiene otitis suele ser la presencia de exudado o líquido en el oído medio. En el caso de la denominada otitis media aguda, también aparece dolor o fiebre. Y si la presencia de líquido dura más de 3 meses se habla entonces de otitis media crónica.
Sobre el tratamiento, no suelen prescribirse antibióticos a no ser que el niño tenga menos de seis meses. La mayoría de doctores suelen prescribir analgesia a no ser que la infección se acompañe de fiebre alta.
La mejor manera de prevenir y evitar este tipo de infección del oído medio en los más pequeños es intentar seguir una serie de consejos básicos:
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