Aumentan los catarros.

El año pasado, con las medidas de prevención que se adoptaron para evitar la propagación del coronavirus (SARS-CoV2), agente causal de la pandemia de covid-19, muchas personas, incluidos niños, no solo no se contagiaron de la covid-19, sino que además, el contagio de otros virus disminuyó drasticamente.
Los casos de pacientes con catarros de vías, altas o bajas, por virus como los rinovirus o el virus respiratorio sincitial, así como la gripe, se produjeron en un número muy inferior a otros inviernos.
Este otoño estamos asistiendo al fenómeno contrario. Todavía no ha llegado el invierno y asistimos a la aparición de un número elevado de pacientes con procesos infecciosos víricos, sobre todo respiratorios, tanto en adultos como en niños.
Parece ser preocupante que los niños, que el año pasado no estuvieron en contacto con estos virus, al no desarrollar inmunidad, sufran ahora de estas infecciones, como catarros simples, bronquiolitis, procesos febriles de corta evolución, etc., en mayor número y con más virulencia.
Esta circunstancia preocupa a los profesionales, sobre todo pediatras, hasta el punto de que el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría recomienda la vacunación antigripal a todos los niños de entre 6 y 59 meses de edad, en una nota de prensa fechada en septiembre de este año.