Grandes avances en audífonos.

Ya hace más de un siglo que se patentó el primer audífono eléctrico.
Hasta la aparición de los transistores en los años 50 eran dispositivos grandes, pesados y poco efectivos. Además de poco extendidos entre la población.
Con el uso de los transistores los audífonos redujeron su tamaño y se popularizaron, sobre todo en los países más avanzados.
Pero seguían siendo analógicos, y sus posibilidades de adaptación no eran muy flexibles para los distintos pacientes.
Con la aparición de los audífonos digitales, con tamaños tan pequeños como los IIC, que se alojan en el conducto auditivo y no se ven desde fuera, y de los audífonos RIC/RITE que han revolucionado la adaptación retroauricular, llegamos a la actualidad, en la que existen muchos modelos y tamaños distintos, que se adaptan a la pérdida auditiva de cada paciente, con amplísimas posibilidades de programación digital, a lo que tenemos que añadir la gran cantidad de accesorios inalámbricos que facilitan la vida de los usuarios.
A pesar de ello, tenemos que valorar que es más fácil adaptar audífonos cuando la pérdida auditiva es reciente, que no es bueno esperar a tener mucha pérdida auditiva y quedarse aislado, y que en ocasiones, cuando se lo aconsejen, será conveniente hacer unas sesiones de entrenamiento auditivo.