La perforación timpánica.

En ocasiones, cuando padecemos una otitis media aguda, el tímpano se perfora. Después de un fuerte dolor de oído, tenemos una pequeña hemorragia y supuración que sale por el conducto auditivo, lo que llamamos otorrea. Cuando esto ocurre, el dolor cede, y los síntomas más llamativos son la supuración, la sensación de taponamiento, la pérdida auditiva y los ruidos.

Con el tratamiento los síntomas ceden, y solo queda la perforación timpánica. Lo más habitual es que la perforación se cierre espontáneamente en unos días o semanas.

Pero en algunos casos esto no es así, la perforación del tímpano no se cierra sola y queda como secuela permanente.

En estos casos el paciente deberá tener cuidado de que no le entre agua en el oído. La penetración de agua provocará probablemente una nueva infección. Estamos en el inicio de una otitis media crónica.

La solución más efectiva para evitar las infecciones repetidas y para poder hacer una vida activa y normal (nadar, bucear, etc.) pasa por cerrar la perforación del tímpano mediante un injerto. Es la operación llamada miringoplastia o timpanoplastia.