Revisemos también nuestra audición.

Desde hace mucho tiempo tenemos por costumbre hacernos revisiones de salud, desde las más sencillas, como controlar nuestra tensión arterial, o hacernos análisis de sangre, para controlar, sobre todo, nuestro azúcar y colesterol. Estos controles son convenientes, sobre todo porque unas cifras alteradas ponen nuestra salud en riesgo, como diabetes, enfermedad cardiovascular, etc. Un riesgo que no sospechamos por la ausencia de síntomas hasta que pueden surgir complicaciones que podíamos haber prevenido.
Además hay campañas de revisión de otras posibles enfermedades, como las mamografías o las colonoscopias para detectar con precocidad posibles lesiones de mama o colon.
Las revisiones médicas son convenientes en todos los aspectos.
En cuanto a la audición, desde hace tiempo se vienen recomendando revisiones de la capacidad auditiva a partir de los 50 años, casi siempre por iniciativa de entidades privadas.
Pero la tendencia actual de pérdida de audición en personas cada vez de menor edad, debido a la exposición al ruido, nos hacen aconsejar que dichas revisiones deben comenzar antes, cuando una pequeña pérdida puede alertarnos y hacer que empecemos a cuidar nuestra audición.
Y además, no sólo debemos revisar nuestra audición. También debemos revisar nuestros oídos. No en vano, hay enfermedades del oído que pueden comenzar silenciosamente, sin síntomas y que pueden causar complicaciones si no se diagnostican. Y cuyo diagnóstico puede resultar tan sencillo como mirar los oídos con un simple otoscopio.
En resumen. Nuestro consejo es revisar nuestros oídos y nuestra audición desde la juventud, y tener hábitos saludables.