Ruido : Siempre puede ser dañino.

Siempre se habla de lo perjudicial que resulta la exposición a los ruidos fuertes, sobre todo para la audición.
Ya todos conocemos que la exposición al ruido elevado, tanto en el ambiente laboral como en nuestro tiempo de ocio es capaz de producir, de forma temporal o definitiva alteraciones en nuestro oido, como acúfenos o pitidos y pérdida de audición. Pero el ruido también puede producir alteraciones  a otros niveles de nuestro organismo: Hipertensión, alteraciones cardíacas o digestivas, etc. Muy frecuentemente se pueden producir insomnio, fatiga, cansancio, alteraciones psicosomáticas y del sistema nervioso central.
En estos casos, incluso ruidos menos intensos, que no producirían alteraciones auditivas,  son capaces de producir estos síntomas, dependiendo del lugar o circunstancia en la que se sufren.
Un ejemplo claro es el ruido nocturno cuando intentas descansar. Es por ello que la legislación se ocupa de estos supuestos limitando los decibelios  máximos en dormitorios, hospitales, colegios, etc. a niveles considerablemente inferiores a los que son perjudiciales para la audición.