Hiperacusia, fonofobia y misofonía.

Estas tres palabras están relacionadas con padecimientos de personas a los que les molestan los ruidos, pero aunque tienen esa característica común, en realidad describen problemas distintos, no siempre fáciles de diferenciar.
En estas líneas intentaremos aclarar las diferencias entre cada uno de estos problemas.
La hiperacusia es un trastorno auditivo, con una disminución de la tolerancia a sonidos habituales. Los sonidos altos pueden llegar a producir dolor, por la disminución del rango dinámico del oído. Está relacionada en muchas ocasiones con los acúfenos. Se considera una alteración del oído interno, y puede tratarse mediante generadores de sonido, grabaciones de sonidos de banda ancha, etc.
La fonofobia es un trastorno del comportamiento, una fobia o miedo a algunos sonidos, en general repentinos y fuertes, o que el paciente percibe más intensos de lo que en realidad son.
La misofonía, sin embargo, es un trastorno neurológico de las estructuras del sistema nervioso central, en concreto de la corteza prefrontal media, en la que hay una sensación de disgusto, ansiedad, incluso comportamientos irascibles ante sonidos habituales, muchas veces producidos por los demás, como masticar con la boca abierta, sorber, el grifo que gotea, etc.
En estos dos últimos casos el tratamiento psicológico es fundamental para solucionar el problema.