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El decibelio (dB ) es la unidad de referencia que se utiliza en todo el mundo para medir la intensidad del sonido. En el caso de la audición, sirve para constatar la capacidad auditiva de las personas mediante audiometrías. Un decibelio -de ahí su nombre- es la décima parte de un belio (B), unidad que toma su nombre del Graham Bell, inventor del teléfono.
El campo auditivo es el rango de audibilidad humano, que incluye el grupo de sonidos que una persona con buena salud puede percibir. Si hablamos de decibelios, el campo auditivo de un adulto joven sano se sitúa entre los 0 dB y los 120-140 db, si bien todo lo que supere la barrera de los 85 dB supone un riesgo para nuestra salud auditiva.
El grado de pérdida de decibelios es la que determina el tipo de hipoacusia que padece una persona. La audiometría permiten precisamente comparar la intensidad real de un sonido con la percibida por quién se somete a esta prueba. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que a partir de una discrepancia de 20 decibelios ya podemos hablar de pérdida de audición leve.
La exposición prolongada a ruidos elevados es uno de los comportamientos de mayor riesgo para nuestra audición. Los efectos pueden ser además irreversibles, ya sea en forma de pérdida de audición o de acúfenos. El exceso de decibelios es, según la OMS, una de las principales amenazas para la salud comunitaria. Esta entidad también insiste en la necesidad de concienciar, sobre todo a los jóvenes, de limitar el volumen de la música que oyen con sus propios auriculares.
El especialista de la comunidad Viviendo el Sonido, Juan Royo, ha compartido en este portal una tabla elaborada por la entidad Noise Pollution Clearinghouse en la que se recogen los sonidos con más y menos decibelios y como estos son percibidos por las personas.
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