El calor invita a salir de noche. Por eso, las terrazas de bares y restaurantes se convierten en punto de encuentro imprescindible durante el verano. Parejas, familias y amigos comparten conversaciones despreocupadas, bromas y risas. Pero cuando se junta mucha gente, el ruido puede aumentar de forma considerable. Y cuando esto ocurre, el que opta por quedarse en casa y tiene una de estas terrazas cerca, lejos de divertirse, puede vivir un tormento. Se calcula que el ruido de una terraza de verano puede oscilar entre los 75 y los 90 decibelios, si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el nivel de ruido en un dormitorio no supere los 30 dB. Las consecuencias de esta contaminación acústica son notables. Según el estudio DKV-GAES “Ruido y Salud”, este exceso de ruido puede provocar problemas auditivos, insomnio, dolor de cabeza, estrés o ansiedad.
Este estudio advierte incluso que la ansiedad causada por no poder dormir puede derivar en enfermedades cardiovasculares como hipertensión o infarto de miocardio. Ante esta situación, la mayoría de ayuntamientos, que son los quie tienen competencia para otorgar las correspondientes licencias, han impulsado ordenanzas para regular y controlar el ruido que generan las terrazas. Además, muchos de los establecimientos también apelan a la reponsabilidad de sus clientes para minimizar las molestias, sobre todo a partir de determinadas horas.
En todo caso, los afectados por los ruidos de una terraza cercana, aparte de la posible reclamación o denuncia legal, pueden seguir algunos consejos para intentar conciliar el sueño:
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