La sordera en el anciano.

Tradicionalmente hemos asociado la pérdida de audición con la edad avanzada. Estábamos acostumbrados a que todos los "abuelos" fueran más o menos "duros de oído". Además muchas veces reacios a adoptar soluciones, es decir, a adaptarse audífonos. No querían parecer mayores. Parecía como que llevar audífonos era sinónimo de ancianidad.
Ahora todo esto ha cambiado. Por un lado, las personas "mayores", no parecen ni se comportan como mayores. La edad de la ancianidad se ha elevado. Muchos jubilados siguen siendo personas de aspecto joven, con una vida social muy activa y que precisan tener una audición correcta. Por otro lado, la pérdida auditiva  afecta a personas más jóvenes, sobre todo por la exposición al ruido.
Por estas razones, cada vez más personas de edades más tempranas, y de aspecto más juvenil, precisan prótesis auditivas para seguir disfrutando de una vida plena.
Los tiempos de los audífonos para los "abuelos" ya pasaron.