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La pérdida auditiva leve es aquella que nos impide oír sonidos considerados como ‘suaves’ que son los que oscilan entre los 25 y los 40 decibelios (dB). Hablamos de sonidos como por ejemplo un grifo que gotea o de situaciones como una conversación en un lugar en el que hay mucho ruido de fondo.
La pérdida de audición leve puede producirse por diferentes motivos:
El primer paso para tratar la pérdida de audición leve es confirmar el diagnóstico. Para ello es imprescindible acudir un centro especializado para poder realizarse una revisión auditiva que lo confirme. Se trata de unas sencillas pruebas, rápidas e indoloras, que permitirán al audioprotesista realizar un diagnóstico y proponer la mejor solución en cada caso.
Los audífonos representan la mejor solución para corregir la pérdida de audición leve, ya que ayudan a amplificar los sonidos y también a discriminarlos, favoreciendo que se pueda oír mejor en entornos ruidosos.
Será el especialista que revise nuestra audición quién determine qué tipo de audífono conviene más, pues también tendrá en cuenta el estilo de vida de la persona afectada. No obstante, el que se suele recomendar más para casos de hipoacusia moderada son los audífonos con auricular en canal (RIC), que además son los más pequeños y resultan casi invisibles.
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