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El próximo sábado llega la noche más corta del año y una de las más divertidas en muchas zonas de España: la verbena de San Juan. Una noche de cena y baile, pero también de petardos. Y, como siempre, toca prevenir para evitar lesiones auditivas provocadas por la detonación de estos explosivos, que pueden alcanzar hasta los 120 decibelios (dB), cifra considerada como umbral del dolor.
El ruido que generan los petardos casi siempre supera el límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de 65 dB. Así, un petardo destinado al público infantil puede alcanzar los 66 dB; uno de potencia moderada, unos 70-80 dB; y uno de potencia elevada puede oscilar entre los 80 y los 120 dB.
Ante el riesgo evidente de lesiones auditivas, toca subrayar de nuevo el consejo principal: más vale prevenir que curar. En este sentido, el doctor Juan Royo, otorrino colaborador de la comunidad Viviendo el Sonido de GAES, asegura que la mejor medida de prevención a la hora de tirar petardos es la distancia: “Cuantos más metros nos separen de la explosión, menor será el nivel de decibelios al que estaremos expuestos, reduciendo así las posibilidades de dañar nuestros oídos”. Otra medida eficaz es el uso de tapones específicos, ya que permiten reducir el impacto del ruido sobre nuestros oídos y minimizar de esta forma el riesgo de lesiones.
La advertencia del doctor Royo está más que justificada: la explosión de un petardo puede llegar a provocar pérdida auditiva. Dependiendo de la distancia a la que se encuentre la persona y de la intensidad del sonido, el afectado o afectada puede llegar a experimentar trastornos de audición de forma temporal o incluso permanente. También, como decíamos, se pueden producir lesiones auditivas. El propio doctor Royo recuerda que la más frecuente es la aparición de acúfenos.
Petardos y trauma acústico
Otra de las lesiones más frecuentes producidas por la explosión de un petardo es el trauma acústico, que se produce cuando estamos expuestos a ruidos de una gran intensidad. En este caso notaríamos un fuerte dolor en el oído. Esta lesión suele ser temporal, aunque también podría llegar a ser permanente dependiendo de la gravedad. El doctor Juan Royo señala que si la explosión pasa cerca del oído puede conllevar un traumatismo por presión llamado blast timpánico, en el cual se produce la perforación del tímpano, generando la aparición de ruidos y de pérdida de audición.
Por tanto, el consejo para evitar los daños auditivos es claro: prevención y distancia para disfrutar plenamente de la noche de San Juan y de los petardos.