Una dieta sana para prevenir la presbiacusia

Dieta y presbiacusia

La presbiacusia o pérdida auditiva a causa de la edad tienen un origen multifactorial, tanto genético como ambiental. Por eso es clave cuidar nuestra dieta como elemento de prevención o freno ante esta hipoacusia. No abusar de las calorías, minimizar el consumo de alcohol y evitar el tabaco son tres pilares básicos en este sentido.

Una dieta baja en calorías para prevenir la presbiacusia

Un estudio realizado en ratones por el Hospital Ramón y Cajal demostró que las dietas pobres en calorías ralentizaba la aparición de la presbiacusia. Por tanto, debemos incluir en nuestra dieta alimentos bajos en calorías, como los huevos, las verduras de hoja verde, el pollo, el salmón, la patata hervida o las legumbres. Y por otra parte, debemos miinimizar el consumo de alimentos con una gran concentración calórica, como por ejemplo, los aceites vegetales, la mayonesa o la mantequilla.

Alcohol y presbiacusia

Otro estudio, en este caso liderado por la Universidad de Ulm, en Alemania, descubrió que el consumo excesivo de alcohol durante un largo período de tiempo provoca un ambiente tóxico en el oído interno, afectando a las células ciliadas, responsables de traducir los sonidos en impulsos electrónicos que se envían a lo largo del nervio auditivo hasta el cerebro. Y es precisamente la desaparición de estas células, que no pueden regenerarse, las que causan la presbiacusia.

El tabaco y la presbiacusia

Fumar es un hábito especialmente dañino para nuestro oído, aumentando de forma notable el riesgo de pérdida auditiva y de presbiacusia. Las toxinas del tabaco provocan el estrechamiento de los vasos sanguíneos. El oído, al recibir menor flujo de sangre, deja de funcionar correctamente. Un estudio realizado en Japón y publicado en la revista Nicotine & Tobacco Research (Oxford University Press), señala además que las posibilidades de pérdida de audición aumentan en proporción a la cantidad de cigarrillos consumidos al día. Otra investigación previa publicada en el prestigioso Journal of the American Medical Association, y en la que participaron más de 3.500 personas de entre 48 y 92 años, alertaba asimismo de otro riesgo evidente: el de ser fumador pasivo. El dato es también revelador, pues las personas que conviven con una persona que fuma tienen el doble de probabilidades de padecer pérdida auditiva.

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