A los ocho meses, empezó Manuel del Cueto con una pérdida auditiva progresiva e imparable para la que un niño no está preparado y tuvo que vivir con una profunda incomprensión a su alrededor. “Cuando yo le decía al profesor que no le oía, los profesores todos decían lo mismo: 'presta más atención'. Pero claro, para prestar atención hay que escuchar, pero para escuchar, necesariamente tienes que oír”, cuenta Manuel. En ese proceso de pérdida auditiva, llegó a retener únicamente un 10% de audición en un oído y un 30% en el otro.
Siendo ya adulto, Manuel escuchó hablar de una diadema que permitía escuchar música “vía ósea” a través de vibraciones en el cráneo y así fue como empezó a investigar sobre esta técnica. Su periplo acabó con la colocación de un implante osteointegrado Ponto. “Es un procesador de sonido que te transmite el sonido a través del hueso”, explica Manuel de manera simple.
Los implantes osteointegrados son la solución más adecuada para pacientes cuyos problemas de audición se sitúan en el oído medio o externo.
Los implantes osteointegrados son la solución perfecta para algunos cuadros de pérdida auditiva provocados por problemas en el oído externo o medio, porque el implante transforma el sonido en vibraciones que transmite al hueso desde detrás de la oreja, para que éste las conduzca, directamente, hasta el oído interno, sin necesidad de forzar el canal auditivo.