Los oídos escuchan más de lo que creemos. El dolor de dientes y de oídos están muy relacionados, debido, en primer lugar, a la anatomía del aparato auricular.
Una higiene oral escasa, una simple faringitis, hacer rechinar los dientes por la noche —el llamado bruxismo—, o una intervención directa en las arcadas dentarias a menudo provocan problemas de vascularización e inflamación que repercuten en la capacidad de percepción del oído interno.
El proceso de dentición primero y de masticación después también suponen un esfuerzo involuntario para el aparato auditivo. Las células sensoriales, situadas en el interior de la cóclea, requieren una buena vascularización para captar mejor la onda sonora y transferirla al cerebro. Por ello, el proceso de extracción de la muela del juicio a menudo provoca dolor de oídos y acúfenos.