Nuestro oído es selectivo en las fiestas

Cenas de empresa, Nochebuena, comida de Navidad, fin de año y la cabalgata de Reyes. La acumulación de eventos festivos es notable en estas fechas. Y en casi todos ellos suele haber mucha gente conversando, música de fondo, ruido de cubiertos y puertas… Vaya, una banda sonora de lo más variada. Lo bueno es que nuestro oído es selectivo y sabe diferenciar los sonidos que nos interesan para focalizarse en ellos y reaccionar de la forma adecuada por muy ruidoso que sea el entorno. Un estudio de la revista Nature nos da la explicación y le pone nombre: el ‘efecto cóctel’.

Uno de los autores de la investigación, el doctor Edward Chang, profesor adjunto de Neurociencia de la Universidad de California, explica que el denominado ‘efecto cóctel’, se define como la capacidad que tiene el ser humano para concentrarse en el discurso de un solo hablante aunque exista una multitud de personas y mucho ruido de fondo.

Esta capacidad consta tanto de aspectos psicológicos como neurológicos. Así, aunque todos los sonidos llegan a los oídos como un ruido de cacofonías, el cerebro procesa la información y sintoniza de forma selectiva un sonido, por ejemplo, la voz de una persona, ignorando el resto. El aspecto psicológico se refiere a que se trata de un sonido que queremos o necesitamos escuchar, por eso podemos sintonizarlo.

La investigación y sus resultados, publicados en la revista Nature y de los que se hace eco el diario Heraldo, se basaron en el análisis de respuesta de tres pacientes con epilepsia severa, a los que les colocaron 256 electrodos en la cabeza para registrar su actividad cerebral durante una semana. El experimento consistió en exponer a las tres personas a una grabación en la que se escuchaban las voces de dos personas con mensajes distintos simultáneamente, si bien se les pedía que se concentrasen en uno de los hablantes e identificaran lo que decía.

El resultado fue que los pacientes, al pedirles que se focalizasen en una de la voces y su contenido, lo hacían a través de la corteza cerebral, que ignoraba por completo al otro interlocutor.

Este estudio se complementa con otro realizado en Canadá que señala que es más cómodo filtrar los sonidos de una conversación si hablamos con alguien familiar que si lo hacemos con un extraño. Además, los músicos tienen mayor capacidad para esta discriminación sonora.

El efecto cóctel, sin embargo, tiene un hándicap: la edad. Como ocurre con nuestra capacidad auditiva, el paso del tiempo limita nuestra habilidad para “aislar” conversaciones en entornos ruidosos.

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