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La deshidratación puede causar acúfenos

Acúfenos y deshidratación

La deshidratación, que se produce cuando perdemos más líquido del que ingerimos, puede afectar de forma directa al oído interno, causando acúfenos. La aparición de pitidos en los oídos puede deberse al cambio de presión y también a la reducción de flujo sanguíneo que puede causar esta deshidratación.

Acúfenos y cambios de presión en el oído

La deshidratación, al desequilibrar la presencia de líquido en el cuerpo, genera cambios de presión en el oído interno. Este hecho puede provocar la aparición de acúfenos o, si ya los padecíamos, su empeoramiento. Por este motivo es muy importante beber mucha agua, sobre todo en épocas donde sudamos más, como ocurre en verano, o después de hacer ejercicio físico.

Acúfenos y flujo sanguíneo

Otra de las consecuencias de la deshidratación es la reducción del flujo sanguíneo, que pierde además presión. Este menor flujo afecta a todas las partes del cuerpo, incluido el oído interno. Cuando esto ocurre, un posible efecto o consecuencia es también la aparición de acufenos. La hipotensión -presión arterial baja- es por tanto un desencadenante o agravante de los molestos pitidos en los oídos, que pueden impedirnos concentrarnos o incluso dormir.

Deshidratación y vértigo

Otro efecto de la deshidratación y la reducción de la presión arterial es la aparición del vértigo debido al menor flujo sanguíneo que nos llega al cerebro. Esta sensación de mareo e incluso desvanecimiento aparece sobre todo al ponernos de pie. Si esta deshidratación se produce en un contexto de altas temperaturas, el vértigo puede agravarse. Beber agua es siempre la principal y más efectiva recomendación.

Cómo evitar la deshidratación

Hay una serie de sencillos consejos que nos pueden ayudar a evitar que nuestro cuerpo pierda más de un 2% de agua corporal, porcentaje en el que ya se puede hablar de deshidratación.

  • Beber agua con regularidad a lo largo de todo el día, sobre todo en verano, que es cuando sudamos más.
  • Comer alimentos ricos en agua, como son la gran mayoría de frutas y verduras.
  • Siguiendo con la dieta, evitar el exceso de bebidas con alto porcentaje de azúcar (como los refrescos o zumos) y evitar la cafeína y el alcohol, pues pueden contribuir a la deshidratación
  • Evitar la sudoración excesiva es otro consejo básico, ya que es la forma más habitual en la que perdemos líquidos. Y si la sudoración es inevitable, porque hacemos ejercicio o estamos en un lugar con altas temperaturas, entonces es clave compensar esta pérdida de líquido con la ingestión de agua.

Tratamiento de la deshidratación

El tratamiento principal y de choque en casos de deshidratación es la ingesta de líquidos y electrolitos -minerales que se encuentran en el cuerpo y que se pierden cuando perdemos líquidos. La forma de reemplazar el agua corporal perdida variará según la gravedad de la deshidratación:

  • Rehidratación oral, que es la habitual en casos de deshidratación leve o moderada y que consiste en beber agua o bien tomar sueros que repongan los nutrientes perdidos -muy habitual en cuadros de vómitos recurrentes o gastroenteritis.
  • Rehidratación intravenosa, utilizada para casos más graves y en los que se quiere evitar una posible situación de shock.

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