La vasculitis es una enfermedad autoinmune que provoca inflamación en los vasos sanguíneos (arterias, venas y capilares), lo que puede afectar a diversos órganos, incluidos los oídos. Esta inflamación reduce el flujo sanguíneo hacia los tejidos, causando daños que, en algunos casos, llevan a complicaciones graves o discapacidad. Existen varios tipos de vasculitis, la mayoría poco frecuentes, pero algunos pueden ser graves si no se tratan adecuadamente.
La vasculitis tiene causas diversas, aunque no siempre son fáciles de diagnosticar. En muchos casos, su origen se debe a una reacción autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca erróneamente los vasos sanguíneos. También puede desencadenarse por infecciones, especialmente virales, como hepatitis B o C, que provocan una respuesta inmunitaria inflamatoria.
Algunos alimentos también pueden agravar la vasculitis al aumentar la inflamación, como los azúcares refinados, grasas trans, alimentos procesados, lácteos y gluten en personas alérgicas. También el alcohol y las carnes procesadas pueden empeorar los síntomas, así como ciertos alérgenos (frutos secos, mariscos) y las solanáceas (tomate, papa) (en algunas personas). Una dieta antiinflamatoria y registrar los alimentos puede ayudar a identificar y reducir los desencadenantes.
Ciertos medicamentos, como algunos antibióticos y antiinflamatorios, también pueden causar vasculitis como efecto secundario. Además, está asociada a enfermedades crónicas autoinmunes, como lupus o artritis reumatoide, y ciertos tipos de cáncer, que afectan al sistema inmunológico. Aunque no es hereditaria, algunas personas tienen una predisposición genética que aumenta el riesgo. Factores ambientales como el tabaquismo o la exposición a toxinas también pueden contribuir a su desarrollo.
La vasculitis presenta síntomas variados que dependen del tipo específico o variante, de los vasos sanguíneos afectados y de los órganos comprometidos. En general, pueden aparecer síntomas como:
Cuando la vasculitis afecta a órganos específicos, los síntomas también pueden ser específicos, como:
En casos más graves, pueden presentarse complicaciones en el corazón, los riñones y el sistema nervioso. Dado que esta enfermedad puede afectar órganos vitales, un diagnóstico temprano es esencial para prevenir complicaciones y empezar el tratamiento adecuado.
La vasculitis puede afectar el oído medio al comprometer el flujo sanguíneo hacia esta zona, lo cual provoca inflamación y daño en los tejidos que componen el sistema auditivo. Cuando los vasos sanguíneos que irrigan el oído medio y el oído interno se inflaman, se reduce el suministro de oxígeno y nutrientes, causando daño en las estructuras responsables de la audición y el equilibrio.
En particular, algunos tipos de vasculitis, como la granulomatosis con poliangeítis (GPA) o la vasculitis de Cogan, tienen una tendencia a afectar la zona auditiva, provocando distintos síntomas.
En cuanto a los síntomas auditivos específicos, como la pérdida de audición o el tinnitus, se pueden utilizar estrategias para aliviar los síntomas mientras se trata la causa subyacente:
En algunos casos, especialmente si la vasculitis afecta al oído interno y el equilibrio, se pueden recomendar estas dos terapias:
El diagnóstico de vasculitis en el oído suele implicar una combinación de exámenes médicos:
El síndrome de Cogan es una enfermedad rara que afecta principalmente a los ojos y los oídos, causando inflamación y daño en ambas pates. Se caracteriza por una combinación de dos síntomas principales: queratitis (inflamación de la córnea en los ojos) y vértigo o pérdida auditiva. Se considera una vasculitis sistémica porque implica la inflamación de los vasos sanguíneos, lo que afecta a diferentes partes del cuerpo, en particular al oído interno. En este caso, la inflamación de los vasos sanguíneos que irrigan los ojos y los oídos es la causa principal de los síntomas, pérdida de audición, vértigo, y problemas de visión.