Más información sobre la salud auditiva y las múltiples soluciones adecuadas para cada persona y su su oído.
La pérdida de audición de alta frecuencia es aquella que se refiere a la dificultad para oír y entender sonidos altos o agudos (con frecuencias de 2000 hertzios o más). Se trata de la pérdida de audición más frecuente, llamada también pérdida auditiva neurosensorial, pues afecta a las células pilosas encargadas de transmitir las señales sonoras al cerebro. En el siguiente post te damos más detalles sobre qué es la pérdida auditiva de altas frecuencias y cómo tratarla.
Las principales causas de pérdida de audición de alta frecuencia incluyen:
Este tipo de pérdida auditiva puede pasar desapercibida al principio, ya que no afecta todos los sonidos. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:
Detectar estos signos a tiempo es clave para recibir el tratamiento adecuado.
La pérdida auditiva de altas frecuencias se caracteriza especialmente porque los afectados y afectadas tienen dificultades para oír sonidos agudos, como pueden ser voces de otras personas o incluso música. También les cuesta seguir conversaciones cuando hay bastante ruido de fondo (en un bar o restaurante, por ejemplo). Este tipo de pérdida de audición dificulta especialmente oír consonantes como la ‘F,’ la ‘T’ o la ‘S’.
El diagnóstico se realiza mediante una prueba auditiva llamada audiometría, que evalúa la capacidad de escuchar diferentes frecuencias. En la pérdida de audición de alta frecuencia, el audiograma mostrará un descenso en la percepción de sonidos agudos.
Consultar a un audiólogo o especialista en audición es fundamental ante cualquier sospecha.
La pérdida de audición de alta frecuencia puede afectar a personas de todas las edades, pero es más común en adultos mayores, debido al desgaste natural del sistema auditivo con el paso del tiempo (presbiacusia). También es frecuente en trabajadores expuestos a ruidos intensos —como músicos, operarios industriales, personal militar o de construcción— y en jóvenes que usan auriculares a volúmenes elevados durante periodos prolongados. Además, factores genéticos y algunas condiciones médicas pueden aumentar el riesgo incluso en edades tempranas.
Aunque la pérdida auditiva de alta frecuencia no siempre se puede revertir, existen tratamientos eficaces para mejorar la calidad de vida:
El tratamiento más habitual consiste en utilizar un audífono para pérdida de agudos, especialmente diseñado para amplificar las frecuencias altas sin distorsionar el resto de sonidos. Estos dispositivos digitales permiten personalizar el ajuste según el perfil auditivo de cada persona, mejorando la comprensión del habla en conversaciones cotidianas, especialmente en ambientes ruidosos.
Cuando la pérdida auditiva es más profunda y el audífono para pérdida de agudos no ofrece los resultados esperados, los implantes cocleares pueden ser una solución eficaz. Este dispositivo quirúrgico estimula directamente el nervio auditivo y permite recuperar, en gran parte, la percepción de los sonidos agudos y la capacidad de comunicarse con claridad.
El entrenamiento auditivo o rehabilitación auditiva ayuda al cerebro a adaptarse a los nuevos sonidos percibidos a través de audífonos o implantes. Se trata de ejercicios diseñados para mejorar la comprensión del habla, la identificación de sonidos y la concentración auditiva. Este enfoque es especialmente útil para personas que han convivido durante años con pérdida auditiva no tratada.
En algunos casos, especialmente si la pérdida auditiva ha provocado aislamiento social o dificultades en la comunicación, puede ser útil combinar el tratamiento con terapia del habla o apoyo psicológico. Estos enfoques contribuyen a recuperar la confianza y mejorar las habilidades de comunicación.
Aunque no se puede revertir la pérdida auditiva ya existente, sí es posible evitar que avance. Para ello, se recomienda limitar la exposición a ruidos intensos, utilizar protección auditiva adecuada y realizar controles auditivos periódicos. La prevención forma parte integral del tratamiento a largo plazo.