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Gestión emocional de la pérdida de audición

Reconocer la pérdida de audición

El primer paso para procesar y gestionar la pérdida de audición es confirmar que realmente existe y actuar en consecuencia. La negación de la pérdida auditiva es sin duda la primera barrera, a veces muy difícil de superar, para quiénes la sufren. Aceptar que no oímos bien no es fácil en muchos casos, pues implica reconocer una pérdida de facultades relacionada, en muchas ocasiones, con la edad –presbiacusia.

Primeros indicios de la pérdida auditiva

Muchos psicólogos han equiparado el impacto emocional de la pérdida auditiva con el duelo por la pérdida de un ser querido, no tanto en su intensidad como en su procesamiento y fases. Oír mal implica asumir que hemos perdido capacidad auditiva y que eso supone consecuencias. La diferencia en este caso es que se trata de un problema que tiene solución gracias a los audífonos y los implantes auditivos.

Minimizar la pérdida auditiva

Cómo señalábamos al principio, la principal barrera emocional cuando notamos que estamos perdiendo audición es la negación del problema. Nos cuesta admitir que oímos mal y buscamos excusas para justificar el problema: desde que los demás hablan con un volumen muy bajo a la oposición a plantearse siquiera utilizar audífonos, alegando que no los necesitamos.

Reconocer la pérdida auditiva

Cuando oímos mal, nos preocupamos. Y no solo eso, sino que nos enfadamos y nos frustramos, porque supone un impedimento para relacionarnos con nuestro entorno y las demás personas. En demasiadas ocasiones, y sobre todo en personas mayores, la reacción suele ser la de limitar su vida social, lo que provoca un aislamiento social que puede derivar en problemas de depresión y deterioro cognitivo a medio y largo plazo.

Afirmación de la pérdida auditiva

Esta etapa supone un cambio de tendencia: admitimos ante los demás que tenemos pérdida de audición. Pero aún así, minimizamos cómo eso nos afecta en el día a día y declinamos acudir a un especialista y tampoco queremos ni que nos mencionen la opción de utilizar audífonos.

Frustración por la pérdida auditiva

Cómo seguimos oyendo mal y eso nos condiciona en nuestro día a día, nos frustramos. Y cómo no queremos ayuda de un especialista ni queremos utilizar audífonos, el problema se mantiene y sus consecuencias también. Esa pérdida auditiva nos pone tristes y en algunos casos deriva en depresión

Aceptación de la pérdida auditiva

El proceso emocional relacionado con la pérdida auditiva tiene una última etapa, que es la aceptación de que oímos mal y necesitamos ayuda porque nuestra calidad de vida se está resintiendo. Es el momento en que aceptamos acudir a un especialista para que nos revise nuestra audición y nos proponga qué tipo de audífono o implante auditivo nos conviene.

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