El oído externo está formado por el pabellón auricular, el conducto auditivo externo y la parte externa de la membrana timpánica. El pabellón auricular tiene una forma de embudo por la presencia de cartílago flexible y elástico que falta en la parte inferior denominada lobulillo o lóbulo. Esta parte del oído interno puede tener una gran variabilidad de formas y tamaños según cada persona, a menudo heredados de nuestros padres o parientes.
Al igual que las huellas dactilares, las orejas son únicas. De hecho, la forma y la posición de los pabellones auriculares caracterizan a cada individuo y lo hacen único respecto al resto. Se ha investigado mucho sobre este tema a lo largo de los años y, hasta la fecha, se han identificado varias formas:
En algunos casos, una de estas formas es la que predomina en una o varias razas de la población mundial. Además, debido a alteraciones anatómicas presentes al nacer o debidas a traumatismos y/o infecciones, el pabellón auricular puede estar poco desarrollado (microtia), sobresalir, tener un pabellón auricular accesorio, ser asimétrico (un pabellón grande y otro pequeño), tener un lóbulo desprendido o tener una oreja forma de coliflor.
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